Obra: El Tungsteno
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Dato importante:
El Tungsteno, también llamado Wolframio, es un metal
que puede soportar altas temperaturas. El metal más resistente al calor.
Se le considera a la obra de El Tungsteno como "El Tungsteno como la primera novela indigenista (Díaz, Fuentes, González Vigil).
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Localización
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Autor
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César Abraham Vallejo Mendoza, reconocido
mundialmente como el “poeta universal”, fue un literato peruano que en sus
obras refleja el sufrimiento del hombre andino. Vallejo nació en Santiago de
Chuco un 16 de marzo de 1892, proveniente de una familia religiosa siendo el
menor de 12 hermanos. En su infancia vivenció el mundo andino, de ello se
basó para producir sus obras que serían reconocidas como El Tungsteno. Al
crecer, fue a culminar sus estudios en Lima, estudiando en la UNMSM y luego
publicar sus dos primero poemarios: Los Heraldos Negros (1918) y Trilce
(1922). Partió hacia Europa y vivió en Francia hasta su muerte. En su última etapa de vida, redactó historias en prosa. De ahí, se creó la corta novela titulada El Tungsteno (1931).
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Corriente literaria
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Vanguardista, debido al tiempo de
publicación.
Realista, pues plasma la realidad de una
época del Perú.
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Género
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Narrativo
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Especie literaria
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Novela corta
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Contexto temporal
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Los sucesos relatados ocurren en la década de
1910. La empresa norteamericana Mining Society se adueña de las minas de
tungsteno de Quivilca, en el departamento del Cuzco (Perú). Desde Nueva York,
ante el inminente ingreso de los Estados Unidos a la primera guerra mundial,
la gerencia dispone agilizar la extracción del mineral.
Así empieza el reclutamiento de peones y
empleados para las labores mineras. El primer grupo parte de Colca (la
capital de Quivilca), junto con algunos altos mandos de la empresa, y se
asientan en un desolado paraje, en torno a las cabañas de los soras,
indígenas que se habían mantenido hasta entonces alejados de la modernidad.
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Contexto espacial
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Espacio literario: la historia se desarrolla en el
pueblo de Quivilca de la región Colca,
Cuzco- Perú.
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Contenido
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Protagonistas
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- Mister Taik: gerente de la
mina.
- Mister Weiss: sub-gerente de
la mina
- José Marino: comerciante del
bazar
- Mateo Marino: hermano de José
Marino
- Servando Huanca: herrero del pueblo con
ideales en contra del abuso al indígena.
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Personajes secundarios
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Cucho: sobrino de Marino
Graciela “La Rosada”: amante
de Marino. Vino de Colca junto a sus hermanas Teresa y Albina. Usada en una
de las borracheras de la tienda de Marino, fallece finalmente por ser
ultrajada y drogada.
Laura: india sirviente y
amante de Mateo y José. Ella queda embarzada sin saber de quién, de los dos
hermanos, era el padre del hijo.
Javier Machuca: cajero de la
empresa
Baldomero Rubio: ingeniero de
la mina
Baldazari: comisario del
asentamiento minero
Leonidas Benites: agrimensor
de la empresa, hombre muy moral.
Parga: alcalde del pueblo.
Viejo, astuto y ladrón
Julio Zavala: profesor de la
escuela del pueblo
Ortega: juez del pueblo
Iglesias : propietario de
quinta parte de la finca urbana de la zona y de la hacienda de cereales.
Velarde: cura de Colca, quien
participa y da su justificación en la masacre a los indios.
Isidoro Yépez y Braulio
Conchucos: ambos son yanaconas analfabetos de Guacapongo. Son llevados a la
fuera a Colca para cumplir el servicio militar obligatorio. Sus familias van
con ellos.
Soras: indígenas de Quivilca quienes no tenían ni idea de lo que era salario, trabajo y todos los objetos del mundo moderno.
Peones: algunos de ellos se solidarizaban con los Soras y otros se molestaban por la inocencia que les caracterizaba.
Subprefecto Luna: viejo funcionario, cruel. Se pone de acuerdo con Marino para entregarle 20 indios prisioneros para el trabajo de las minas.
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Estructura
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Estructura externa
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La obra consta de tres capítulos
separados en dos sub-apartados.
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Estructura temporal y contextual
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- Anacronía
cronológica
- Flashbacks:
claro ejemplo de ello es cuando el autor narra el proceso de como “los enrolados” son capturados.
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Expresión
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Narrador
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- Narrador
omnisciente
- Narrador
personaje: algunas veces el narrador narra la historia como un personaje
en tercera persona.
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Técnicas
narrativas usadas
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- ·
Descripción
- ·
Final
abierto
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Uso de lenguaje
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Ø Lenguaje descriptivo: diálogos directos.
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Cualidad del lenguaje
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Ø Lenguaje coloquial de la zona andina.
Ø Lenguaje técnico
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Temática general
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El arribo de la minería a la región de Colca
y, en concreto, a la zona de Quivilca. Por la minería, la vida en Colca
cambia radicalmente. Empiezan a existir las actividades comerciales, los
contratos, los documentos son pan de
cada día. Cuando la Mining Society llega a Quivilca, ésta se encuentra con
una población que no conocía el sistema bancario ni tenían idea de qué era el
dinero. Los Soras, por la inocencia que los caracterizaba, cambiaron sus
terrenos por objetos de los yanquis. Sobre todo de José Marino.
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Temáticas secundarias
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Conversaciones y noches de embriaguez entre los dueños de la mina, los empleados, las autoridades y José Marino acerca de los Soras, y el abuso sexual y posterior muerte de La Rosada, una muchacha de apenas 18 años.
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Sentimientos
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- ØIgualdad: Este sentimiento no fue cumplido
en ningún momento por los patrones que trataban a los obreros como animales.
- ØValentía: esto lo aplicó Servando Huanca
junto a Leonidas Benites y el apuntador para enfrentarse a los abusos.
- ØConfusión:
los indios amarrados no sabían por qué eran alejados de sus familias.
- ØOdio: las
familias de los enrolados no quería que sus hijos vayan al pueblo, les
disgustaba los abusos de los hombres civilizados.
- ØRebelión:
cuando Servando Huanca expone sus ideas de ir contra la empresa minera.
- ØPerplejidad:
la Rosada se quedó perpleja al ver a los demás compañeros de Marino saliendo
de sus escondites.
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Tiempo
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No lineal, saltos en el tiempo, anacronías.
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Duración temporal
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La historia transcurre en un lapso de dos o tres meses
aproximadamente.
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Escenario (Ambiente)
físico
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Espacio geográfico: Quivilca
Ambientes:
- ·
Bazar
- ·
Casa de Mateo
- ·
Habitación de Benites
- ·
Pueblo
- ·
Camino hacia Colca
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Escenario
(Ambiente) psicológico
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- Ø
Terrorífico
- Ø
Miedo
- Ø
Tristeza
- Ø
Sepulcro
- Ø
Odio
- Ø
Abusos
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Figuras literarias
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Hay en sí muchas figuras literarias, pero he de
mencionar las más importantes:
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“le llenó el alma hasta la boca ahogándose
como si mascase amargos …”
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Causó un retorcimiento elástico como un látigo.
- -
“Benites era la economía personificada,
defendía el más pequeño centavo con un celo edificante”
- -
Sus
luceros eran enormes.
- -
Las perlas caían ya de los ojos del apuntador.
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Historia
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Capítulo I
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En Quivilca se instalaron
junto a los peones y mineros, míster Taik y míster Weiss, gerente y
subgerente de la “MiningSociety”; el cajero de la empresa, Javier Machuca; el
ingeniero peruano Baldomero Rubio; el comerciante José Marino, que había
tomado la exclusiva del bazar y la contrata de peones para la
“MiningSociety”; el comisario del asiento minero, Baldazari y el agrimensor
Leónidas Benítez, indios de la región, fueron ingenuamente estafados por
obreros, peones y sobre todo por Marino, Machuca y Baldazari.
Los soras cambiaban sus
plantaciones y sus animales por cosas insignificantes como: garrafas,
franelas en colores, botellas pintorescas, caramelos, vasos transparentes
etc. Los soras se sentían atraídos por estos objetos, como ciertos insectos a
la luz.
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Capitulo II
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El primero en operar sobre las tierras de los soras para enriquecerse
fue José Marino, quien formó una sociedad
secreta con el ingeniero Rubio y el agrimensor Benites. Este trío tuvo
que competir con Machuca, Baldazari y otros que también despojaban de sus
bienes a los soras.
José Marino adulaba a
todo el que, de una u otra manera, podía serle útil. Un día que Marino debía
ir de Quivilca a Colca, se reunieron en su bazar para despedirlo, Leónidas
Benites, Míster Taik, y Míster Weiss, el comisario Baldazari, Rubio y Javier
Machuca.
Las botellas de champaña fueron desfilando raudamente y en cada,
¡salud!, Marino no desaprovechaba la oportunidad para adular a todos los presentes.
Cuando ya estaban ebrios Marino propuso otorgar a “La rosada” (una mujer
india de 18 años) a los presentes; esta era una de las queridas de Marino.
El ganador del “premio” (de La Rosada) fue el comisario Baldazari;
Marino de inmediato envió a su sobrino Cucho en busca de la muchacha, quien
llego a los pocos minutos. El exceso de licor provoco tal degeneración que
“La rosada”, cuyo nombre era Graciela, fue poseída por todos los presentes.
La muchacha se había negado a las exigencias de José Marino, pero
este le había dado una pócima que la embriagó hasta privarla. La muchacha murió
por efecto de la droga que le administró José Marino. Míster Taik exigió
absoluta discreción. La llevaron a su casa y dijeron a sus hermanas que le
había dado un ataque.
Las hermanas de la difunta fueron donde Míster Taik a pedirle
justicia porque consideraban que a su hermana la habían matado. El gringo las
botó y todo quedó así, sin movimiento alguno.
En Colca, José Marino tenía otro bazar en sociedad con su hermano
Mateo; la firma se llamaba “Marino hermanos”. Los hermanos Marinos eran
originarios de Mollendo y hace doce años que se habían establecido en la
sierra. Lentamente habían ido escalando posiciones hasta llegar al lugar en
que estaban, pero siempre con la adulación.
Había en casa de Mateo una india, bajada de la puna a los ocho
años y vendida por su padre, un mísero apasero, al cura de Colca; se llamaba
Laura, y cuando José venia de Quivilca, Laura solía acostarse también con él
a escondidas de Mateo. Ella en el fondo odiaba a su patrón y amante; “cuarentón, colorado, medio legañoso,
redrojo, grosero, sucio y tan ávaro” como su hermano José. La raíz de
este odio era por el desprecio insultante que Mateo le daba cuando había
gente en casa de “Marino hermanos”, afín de que nadie creyese lo que todo el mundo
creía: que era su querida. José la retenía con la astucia y el engaño
prometiéndole que la haría su mujer ante todos, cuando el tono de su hermano
Mateo la dejara como lo hozo con la madre de su hijo Cucho. Esa noche fue
Mateo el primero en deslizarse hasta la cocina donde dormía Laura para
ponérsela brutalmente. A los pocos minutos fue José, quien aprovechando que
Mateo dormía, visitó a la joven india en la cocina. Laura le confeso que
estaba embarazada de él; y éste se negó a tal compromiso. José había contado
a su hermano que Míster Taik le había pedido cien peones más para la mina de
tungsteno que explotaba la Mining Society.
Como no era fácil convencer a los indios para tan dura tarea, en
la cual ya habían casi desaparecido los soras, fueron a buscar al subprefecto
Luna para que les facilitara dos gendarmes. Este les manifestó que carecía de
personal y que el escaso que estaba a su cargo los tenía ocupados “cazando”
conscriptos. Dos yanaconas, Braulio conchucho e Isidoro Yepez, fueron traídos
desde Guaca pongo a Colca, para ser enrolados en el servicio militar. Sin
sombrero, bajo un sol abrazador, los encallecidos pies en el suelo, los
brazos atados hacia atrás, amarrados por la cintura con un lazo de cuero al
pescuezo de las mulas, los yanaconas fueron arrancados de sus hogares y
atravesando ríos, quebradas y pedregales, fueron llevadas a Colca ya casi
agonizantes por dos crueles y sanguinarios gendarmes. El pueblo, sediento de
venganza, se vuelca contra la oficina del alcalde y lideradas por el herrero
del pueblo, Servando Huanco, exigen justicia. Braulio Con chucos no pudo
resistir más tiempo y cayó muerto en la oficina del alcalde Para, delante del
prefecto Luna, el secretario boda, el juez Ortega, el gamonal Iglesias y el
medico Riaño quien certifico su muerte. Servando dio entonces un salto a la
calle entre los gendarmes, lanzando gritos salvajes, roncos de ira, sobre la
multitud ¡un muerto! ¡Lo han matado los soldados! ¡Abajo el subprefecto!
¡Viva el pueblo! La confusión, el espanto y la refriega fueron instantáneos.
El enfrentamiento entre la persecución de estos últimos con el pretexto de
restablecer el orden público. No se respetó ninguna vivienda; todas fueron
violentadas en busca de los “sublevados”. Los más encarnizados en la
represión fueron el juez Ortega y el cura Velarde. En una reunión ofrecida
por el alcalde Para, los hermano Marino llevaron a un rincón al subprefecto
Luna y lo convencieron para que este les facilitara veinticinco indios que
estaban en la cárcel, los cuales en la madrugada, emprendieron viaje a las
minas de Quivilca. Pocas semanas después, el herero Servando Huanca
conversaba en Quivilca con Leónidas Benites, quien había sido arrojado de su
puesto de agrimensor. Perdiendo además su sociedad de cultivo y cría con José
Marino.
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Capítulo III
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Con palabras
desgarradoras, Huanca logró que Benites despertara del letargo en que estaba
sumido y se diera cuenta que los pobres indios eran no solo explotados, sino
también maniatados por los Yanquis y por los malos hombres como José y Mateo
Marino que servían incondicionalmente a tipos sin escrúpulos como míster
Taik. Benítez proporcionó un documento que demostraba que Míster Taik no era
yanqui sino alemán, y que con esa evidencia podrían fregar a la “Mining Society”.
Ambos hombres se unieron
para iniciar la rebelión de los indios contra sus opresores. Lo que había
terminado de decidir la actitud de Huanca, era el amor que sentía por la
difunta Graciela a quien le recordaba y amaba en silencio.
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